Monday, December 07, 2009

Lo que el automóvil ha hecho de nosotros!


Quiero compartir con ustedes esta excelente reflexión
de Roxana Kreimer en torno a lo que hemos hecho del
automóvil y lo que éste ha hecho de nosotros.

Extraje los párrafos que me parecieron más brillantes
y esclarecedores aunque en realidad todo el texto lo
es. Al final anexo el link con la fuente donde además
se cita la bibliografía consultada. Un diez. Espero
les guste.

El Precio del progreso

El automóvil es un instrumento mitológico que el
individuo moderno siente haber articulado "a su imagen
y semejanza": el sujeto como principio rector, la
conciencia clara y distinta de un individuo racional,
la autonomía, la libertad, la utopía democrática y
universalista de la dignidad igualitaria, el progreso,
la aceleración del tiempo, la realidad mediatizada, la
reducción de distancias, la autenticidad, el poder del
individuo en torno a las actividades económicas que se
desarrollan en el espacio urbano, tales son los rasgos
propios de la modernidad que el automóvil encarna como
ningún otro instrumento concebido en sus entrañas. El
éxito del coche privado en todo el mundo desarrollado
muestra las hondas conexiones entre la constitución
del individuo moderno propia del tecnohumanismo
democrático y la conformación del ideal de cambio y
desplazamiento sin fin como señal de libertad
personal.

El automóvil es mucho más que un medio de transporte:
transforma no solo el espacio público sino también el
espacio privado, encarna a un tiempo la representación
material y el símbolo de una cultura. En el siglo XX
su uso ha modificado decisivamente la estructura de las
ciudades, el medio ambiente y las conductas.


En los dos últimos siglos la fe en el progreso es
asociada estrechamente al despliegue de los medios e
infraestructuras para la movilidad. Históricamente el
transporte es una de las esferas fundamentales en las
que se dirime el enfrentamiento de la especie humana
con la naturaleza. "Civilizar" la naturaleza significa
atravesarla y abrirla para trasladar y manipular los
recursos naturales y convertirlos en bienes económicos
susceptibles de intercambio y acumulación.


De todos los instrumentos generados por la tecnología
moderna, el automóvil es el que suscita mayor cantidad
de muertes. Pero mientras las muertes suscitadas por
las dos guerras mundiales han creado corrientes
adversas al ideal de progreso, las muertes suscitadas
por el transporte automotor, por el contrario,
aparecen justificadas como una consecuencia inevitable
del progreso tecnológico.

Durante las horas pico, en las grandes ciudades los
autos circulan a una velocidad inferior a la de la
bicicleta o a la de los carros a caballo. Como señala
André Gorz, el abaratamiento del automóvil en los
países desarrollados parecería convertir en
democrático a este instrumento. Sin embargo, aunque la
técnica se pretende democrática, si cada ciudadano
circulara en un automóvil las ciudades serían
instransitables. Los embotellamientos en parte son
resultado de este proceso de "democratización"

El automóvil refleja ideales constitutivos de la
burguesía por cuanto presupone un orden general que no
surge de la planificación sino de los múltiples
egoísmos particulares. La racionalidad general que la
mano invisible postulada por Adam Smith auguraba para
un mercado que estaría constituido por los respectivos
egoísmos particulares, se traslada en la esfera del
tránsito al presupuesto de que si cada individuo
conduce su auto al destino deseado, una mano invisible
configurará un tránsito ordenado y armonioso. La
experiencia indica que, por el contrario, el tránsito
representa un rasgo medular del mercado capitalista:
la guerra de todos contra todos que Hobbes creyó ver
en la naturaleza humana y que ya en los tiempos que le
tocó vivir revela el estado de la naciente burguesía.

Los automóviles han contribuido decisivamente a que,
por oposición a la ciudad antigua, que era vista como
lugar de encuentro, de orden y de realización de la
esencia racional humana, la ciudad contemporánea, que
durante siglos fue considerada como el ámbito deseado
de la civilización, sea identificada con el desorden y
el desencuentro, con un "infierno" ruidoso, sofocante,
maloliente, inhabitable y congestionado del que se
quiere huir lo más pronto posible.

Más allá de su valor de uso, el automóvil revela un
valor simbólico análogo al conjunto de significados
que tuvo el caballo para el mundo feudal. En un
contexto de cultura narcisista, el automóvil encarna
una metáfora que convierte a la autorealización en el
valor principal de la vida y que parece reconocer
pocos compromisos éticos con los demás. El automóvil
ubica al individuo en un status económico y sexual
determinado mediante una blasonería rica en imágenes
de caballos, toros, panteras y leones.


Como expresión del individualismo moderno y de la
dispersión del espacio público en grandes estructuras
sociales centralizadas verticalmente y desarticuladas
en el plano horizontal, el automóvil es un símbolo del
capitalismo en general y del triunfo de la burguesía
en la vida cotidiana en particular.


En pos de su empresa autónoma e individualista el
automóvil mediatiza una piel humana con una piel
férrea; yuxtapone corazas que rivalizan, colisionan,
aplastan y retuercen a toda velocidad las pieles
humanas que declara resguardar. Con el automóvil no se
ejerce el terror en nombre de ideales colectivos sino
de la propia individualidad. Peatón y automovilista
prácticamente no cruzan miradas. Entre ellos no cabe
el diálogo sino el insulto. Como la guerra, que
también prescinde la mirada y del diálogo, el auto
mata en nombre del progreso y la civilización.

http://www.autosuficiencia.com.ar/shop/detallenot.asp?notid=83


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(_)/ (_)____"When I see an adult on a bicycle, I do not despair for the future of the human race." -H. G. Wells